lunes, 8 de noviembre de 2010

La ciencia del capital.


Vamos a ver Winston, ¿Cómo afirma un hombre su poder sobre otro?

Winston pensó un poco y respondió: "Haciendole sufrir"...

Exactamente, haciendole sufrir, no basta con la obediencia, si no sufre cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia, el poder radica en infligir dolor y humillación, el poder está en la facultad de hacer pedazos los espiritus y volverlos a construir, dandoles nuevas formas elegidas por tí, ¿empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando?, es lo contrario exactamente a lo contrario de esas estupidas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformadores, un mundo de miedo, de ración y de tormento, un mundo de pisotear y ser pisoteado, un mundo que se hará cada día más despiadado, el progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor, las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la injusticia, la nuestra se funda en el odio, en nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento, ¡todo lo demás lo destruiremos, todo!, no habrá lealtad, no existirá más fidelidad que la que se le debe al partido, ni más amor que el amor al gran hermano, no habrá risa excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo, no habrá arte ni literatura ni ciencia, cuando seamos omnipotentes no necesitaremos más ciencia, no habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad, todos los placeres serán destruidos, pero siempre...no lo olvides Winston siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil, siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear aun enemigo indefenso, si quieres hacerte una idea de como será el futuro, figurate una BOTA APLASTANDO UN ROSTRO INCESANTEMENTE....


Se calló, como si esperase a que Winston le hablara. Pero éste se encogía más aún. No se le ocurría nada. Parecía helársele el corazón.

O’Brien prosiguió:

Recuerda que es para siempre. Siempre estará ahí la cara que ha de ser pisoteada. El hereje, el enemigo de la so­ciedad, estarán siempre a mano para que puedan ser derrota­dos y humillados una y otra vez. Todo lo que tú has sufrido desde que estás en nuestras manos, todo eso continuará sin cesar. El espionaje, las traiciones, las detenciones, las tortu­ras, las ejecuciones y las desapariciones se producirán conti­nuamente. Será un mundo de terror a la vez que un mundo triunfal. Mientras más poderoso sea el Partido, menos tole­rante será. A una oposición más débil corresponderá un des­potismo más implacable. Goldstein y sus herejías vivirán siempre. Cada día, a cada momento, serán derrotados, desa­creditados, ridiculizados, les escupiremos encima, y, sin em­bargo, sobrevivirán siempre. Este drama que yo he represen­tado contigo durante siete años volverá a ponerse en escena una y otra vez, generación tras generación, cada vez en for­ma más sutil. Siempre tendremos al hereje a nuestro albe­drío, chillando de dolor, destrozado, despreciable y, al final, totalmente arrepentido, salvado de sus errores y arrastrándo­se a nuestros pies por su propia voluntad. Ése es el mundo que estamos preparando, Winston. Un mundo de victoria tras victoria, de triunfos sin fin, una presión constante sobre el nervio del poder. Ya veo que empiezas a darte cuenta de cómo será ese mundo. Pero acabarás haciendo más que com­prenderlo. Lo aceptarás, lo acogerás encantado, te converti­rás en parte de él.

George Orwell.

1984.

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